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Boulangerie Bab Al-Agha, Bagdad, Irak, 7 de marzo de 2024.  ©

Lo que sigue es una historia de éxito digna de mención. Pero ¿debería serlo?

Al ver que las autoridades iraquíes no respetaban las leyes que garantizan los derechos laborales de las personas con discapacidad, algunos decidieron tomar cartas en el asunto.

El activista Muwafaq al-Khafaji organiza talleres para educar a los empresarios sobre los derechos laborales de las personas con discapacidad. También les anima a contratar a personas con discapacidad.

Tras uno de esos talleres, un hombre llamado Muhammed Ali al-Mayahi decidió atender la llamada. Al-Mayahi es director general de la panadería Bab al-Agha de Bagdad. (Por cierto, tienen un sitio web precioso).

Primero contrató a cinco empleados sordos. Cuando vio que les iba bien, contrató a más, y luego aún más. Hoy tienen casi 30 empleados sordos.

En palabras de Al-Mayahi: "Su capacidad y energía son muy altas. Debemos garantizar que estas personas puedan vivir su vida como cualquier otra persona aquí en Irak. Espero que todas las empresas sigan nuestro ejemplo".

Los empleados sordos de la panadería afirman que su empleo ha tenido un impacto enormemente positivo en sus vidas.

"Desde que me contrataron aquí, mi vida ha cambiado", afirma Shaima, de 24 años. "Hoy puedo comunicarme con la gente, ganarme la vida y depender de mí misma".

Es una historia de éxito, seguro, pero no debería ser nada inusual. Por supuesto, los sordos y otras personas con discapacidad pueden trabajar en una panadería y hacer infinidad de otros trabajos. Ni siquiera debería haber una historia aquí.

En Irak, sin embargo, es una historia digna de mención, porque es excepcional. Pero no sería excepcional si las autoridades aplicaran la ley.

La ley federal iraquí asigna el 5% de los empleos del sector público y el 3% de los del sector privado a personas con discapacidad. La región del Kurdistán iraquí tiene una ley similar.

Estas leyes existen desde hace más de una década, tiempo suficiente para que los empresarios se sumen a ellas y las autoridades las apliquen.

Y, sin embargo, aunque la ley federal permite imponer multas a los empresarios del sector privado que incumplan la cuota del tres por ciento, nunca se han impuesto multas.

El resultado es que no se cumplen las cuotas de empleo, lo que deja en el paro a cientos de miles de iraquíes con discapacidad. Recordemos, además, que Irak tiene una de las mayores poblaciones de personas con discapacidad del mundo.

En resumen, los iraquíes con discapacidad quieren y pueden trabajar. Ojalá las autoridades estuvieran tan dispuestas a hacer cumplir la ley.

 

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