“Para mí es impensable salir de casa. Podría sufrir un ataque cardiaco”, me dijo Esther Laforge, de 35 años, en un mensaje reciente. Esther vive en las afueras de Sevilla, donde esta semana se espera que las temperaturas superen los 40 grados. Ella tiene una discapacidad física que afecta la regulación de su temperatura corporal.
Mientras España enfrenta otro verano devastadoramente caluroso, con más de ocho días consecutivos de olas de calor solo en julio, muchas personas con discapacidad están expuestas a riesgos relacionados con el calor.
En 2023, Human Rights Watch documentó los impactos del calor extremo en personas con discapacidad que residen en Andalucía, una región del sur de España particularmente afectada por las olas de calor. Además,los hallazgos revelaron graves consecuencias para la salud física y mental de estas personas, así como deficiencias en las respuestas públicas. Estas incluyen la falta de servicios de divulgación y de información accesible en distintos formatos, como el de lectura fácil, la ausencia de participación de las personas con discapacidad en la planificación de respuestas y la carencia de datos sobre las muertes por causas relacionadas con el calor en este grupo.
Con el verano de 2024 ya avanzado, las muertes vinculadas con el calor extremo están aumentando rápidamente. El Índice Momo, gestionado por el Instituto de Salud Carlos III, la principal entidad española de estadísticas sanitarias, señala que entre julio y mediados de agosto se registraron más de 1.200 muertes asociadas a las altas temperaturas, más del 95% en personas mayores de 65 años.
No se sabe con exactitud cuántas personas con discapacidad fallecieron debido al calor extremo en toda España, pero más de la mitad de las personas registradas con discapacidad tienen 65 años o más. A pesar de las peticiones para mejorar la recopilación de datos, una funcionaria del Instituto de Salud Carlos III nos comentó que aún no cuentan con información sobre discapacidad y muertes relacionadas con el calor, y que diseñar un estudio al respecto sería complicado. La falta de datos y de planes específicos para su recopilación es preocupante, ya que si estas personas no se contabilizan, seguirán siendo invisibles en los sistemas de vigilancia, notificación y protección.
Numerosos estudios han demostrado que las personas con discapacidad se ven desproporcionadamente afectadas durante episodios de calor, como se observó por ejemplo en Canadá, donde el 91% de las muertes registradas en 2021 durante una cúpula de calor en Columbia Británica correspondían a personas con discapacidad o enfermedades crónicas.
Se prevé que el cambio climático hará que las olas de calor sean cada vez más frecuentes e intensas. Los derechos a la salud y a la vida de las personas con discapacidad, como Esther, deben ser protegidos. España debe investigar y monitorear la relación entre discapacidad, calor y mortalidad relacionada con el calor para ofrecer servicios específicos eficaces y basados en evidencias a este grupo vulnerable.