Esta semana se cumplen 500 días de conflicto en Sudán, y con cada nuevo informe de los acontecimientos sobre el terreno, muestra el horror de la situación de una forma cada vez más evidente.
Nuevas investigaciones documentan una vez más cómo las partes beligerantes de Sudán han mostrado lo que mi colega experto, Mohamed Osman, denomina "un desprecio espantoso por la vida y la dignidad humanas".
Gran parte del colapso de Sudán hacia este conflicto extendido y las atrocidades ocurridas desde abril del año pasado se han desarrollado fuera de los focos internacionales. Otras crisis en otros lugares pueden haber absorbido la atención diplomática y de los medios de comunicación, pero nosotros seguiremos informando, llamando la atención y haciendo sonar las alarmas, como ha hecho este Boletín Informativo una y otra vez, desde el principio.
La situación en Sudán es terrible y exige una mayor acción internacional.
La última investigación de HRW detalla cómo las dos principales partes beligerantes, las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), y los combatientes afiliados han torturado y ejecutado sumariamente a personas bajo su custodia. También muestra cómo las SAF mutilaron cadáveres.
Las pruebas proceden del análisis experto de vídeos y fotografías. En algunos casos, miembros de las SAF y las RSF se filmaron a sí mismos ejecutando y torturando a detenidos.
En un incidente, las SAF empujaron a tres detenidos -al parecer niños- con los ojos vendados y sin camisa a un pozo antes de dispararles repetidamente hasta matarlos. En otro, las RSF se burlaron de dos soldados de las SAF, y un comandante les dijo inicialmente que no los mataran, antes de ejecutarlos.
En otros casos, se muestran azotando y golpeando a detenidos y obligando a éstos a caminar de rodillas por caminos de grava.
Estos incidentes se han producido en múltiples lugares de Sudán, como en la capital, Jartum, en Gezira y en los estados de Kordofán Septentrional y Occidental.
Son muchos los actos despreciables descritos en la nueva investigación -y en trabajos anteriores de HRW, de otras ONG y de otros grupos de vigilancia-, pero centrémonos por un momento en este único punto: los autores de crímenes de guerra como la tortura están tan seguros de que van a salir impunes de sus crímenes que se graban a sí mismos cometiéndolos.
Cometen atrocidades sin temor a las consecuencias.
Sin duda, esto debe cambiar.
Los gobiernos y los organismos internacionales -incluidas la Unión Africana, la Unión Europea y otros- deben colaborar para que los responsables de estos abusos rindan cuentas. Deben imponer sanciones selectivas a las personas.
Hay que permitir que la Misión Internacional Independiente de Investigación de la ONU para Sudán siga haciendo su trabajo. Es el único organismo de investigación independiente con el mandato de investigar las violaciones relacionadas con el conflicto en todo Sudán. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU debe renovar este mandato en septiembre.
Los países que dirigen las conversaciones sobre el alto al fuego y el acceso de la ayuda humanitaria deben abordar también los abusos de las partes beligerantes. Deben asegurarse de que cualquier acuerdo de paz o de alto al fuego incluya disposiciones para un control estricto de las violaciones del derecho internacional de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, es decir, de las leyes de la guerra.
Lo único peor que la falta de atención internacional a las atrocidades cometidas en Sudán es la falta de justicia. Pero ambas cosas están profundamente interconectadas.